| FELIZ NAVIDAD! FIESTA DE LA LUZ Y DE LA PAZ | 
| Cartas Pastorales | 
     “Despierta hombre: por ti, Dios se ha hecho hombre” (San Agustín, Sermón 185). 
     Es el mensaje de cada año en la Navidad. 
     Desde el humilde 
portal de Belén, el Hijo eterno de Dios, que se ha hecho Niño pequeño, 
se dirige a cada uno de nosotros y nos invita a renacer con Él, a 
encontrarnos con Él y hacer el camino de la vida juntos. 
      Mientras cierta 
cultura moderna tiende a suprimir los símbolos cristianos de la 
celebración de la Navidad debemos, los discípulos de Cristo, estar muy 
atentos para captar el valor de las tradiciones navideñas. Forman parte 
del patrimonio de nuestra fe y de nuestra cultura y no podemos dejar de 
transmitirlas  a las nuevas generaciones. 
      También a los 
hombres y mujeres del tercer milenio siguen llegándonos las palabras del
 ángel a los pastores de Belén en la noche del Nacimiento:  
     “Os anuncio una gran alegría… hoy, en la ciudad de Belén, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor” (Lc. 2, 10-11) 
 
      Estas consoladoras 
palabras nos invitan a recibir al Niño Dios y a acogerlo con fe y 
esperanza. Dejémonos llevar de la mano del Niño de Belén. No temamos 
fiarnos de Él. Nada nos quita y es mucho lo que nos ofrece con inmenso 
amor. Su luz nos impulsa a comprometernos en la construcción de un nuevo
 orden mundial fundado en relaciones éticas y económicas justas. La 
sociedad del egoísmo y consumismo se resquebraja por falta de 
fundamentos sólidos. Analicemos el porqué de tantas crisis ante la luz 
nueva del Niño Dios y hombre. 
     Su amor es norte para
 guiar a los pueblos y abrir nuevos vínculos de confianza y de 
intercomunicación, con la mirada puesta en tantas personas necesitadas 
de ayuda. El Dios que se ha hecho hombre por amor al hombre, tiene 
siempre algo que decir. 
     Aceptar el mensaje de
 un Niño recién nacido, acostado en un pesebre y envuelto en pañales, es
 aceptar la paradoja del misterio de Navidad. El Redentor se hizo uno de
 nosotros, compañero, para recorrer a nuestro lado los caminos de la 
historia humana. Él es la Verdad que nos hace libres, el Amor que puede 
transformar nuestra existencia y el Camino de una renovada humanidad. 
     Buena ocasión para repetir ante el Niño Dios en esta Navidad: 
     ¡Señor, yo creo, pero aumenta mi fe! 
     Con mi saludo a los 
niños y enfermos, inmigrantes y necesitados, autoridades de nuestros 
pueblos y ciudades, creyentes y no creyentes, familias y quienes 
caminais solos estos días. 
     ¡Feliz Navidad! 
+ RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ, OBISPO DE JAÉN  | 
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